Mis queridos hermanos y hermanas:

martes, 28 de febrero de 2012
Mensaje del Obispo de Huelva para la Cuarema de 2012.
Mis queridos hermanos y hermanas:
martes, 21 de febrero de 2012
Miércoles de Ceniza.
sábado, 12 de noviembre de 2011
miércoles, 2 de noviembre de 2011
2 de Noviembre, Fieles Difuntos.
Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios. A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos, por ello la parroquia de San Bartolomé Apóstol ha preparado una serie de cultos que se realizaran durante el día, tres misa de difuntos que se realizaran en tres lugares distintos. La primera de ellas será a las 12:00 h, en la Ermita de Ntra. Sra. del Socorro Coronada, ya en la tarde si el tiempo lo permite se realizara la tradicional Misa de Difuntos en el Cementerio de San Fernando de Rociana, ya para concluir la misa vespertina de las 19:30 h, que se realiza en la parroquia también será aplicada por los Difuntos.

martes, 1 de noviembre de 2011
Solemnidad de Todos los Santos.

jueves, 13 de octubre de 2011
domingo, 9 de octubre de 2011
jueves, 6 de octubre de 2011
El Rosario del Corpus.

Aunque no tenga mucho que ver con el tiempo en el que nos encontramos me parecía curioso publicar estas fotografías de Nuestra Señora del Rosario que se encuentra en la parroquia de San Bartolomé Apóstol que este año presidio el altar que la hermandad sacramental monta cada año para la procesión del Corpus Christi. La imagen aparecía revestida por un manto azul y un tocado de encajes, una estampa histórica ya que esta imagen no ha salida nunca de la iglesia desde su bendición en el año 1953, causando gran expectación en el pueblo de Rociana. Mañana la parroquia celebrara la festividad del Santo Rosario con una Misa en su honor, el altar luce ya un nuevo paño realizado por una devota. Esta devoción en nuestra villa viene heredada de la antigua cofradía del rosario que tenía como titular una imagen de candelero para vestir con rasgos muy parecidos a los de nuestra patrona, la Stma. Virgen del Socorro y que se perdió en los sucesos de 1936. Con toda seguridad procesionaba el día de Corpus pero desconocemos si también lo hacía para su fiesta o si se le hacia algún tipo de cultos. La talla actual aparece sentada sobre una nube con los ropajes tallados, siendo unas de las joyas que encierra nuestra parroquia.




viernes, 16 de septiembre de 2011
Maria de los Dolores.

miércoles, 24 de agosto de 2011
24 de Agosto, festividad del Patrón.
Para cambiar un poco nuestra tematica habitual les dejamos el evangelio de la festividad: (Jn 1,45-51):
En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «
Ése del que escribió Moisés en
néis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo
abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
lunes, 22 de agosto de 2011
Santoral cofrade, VI: Realeza de María Santísima.

La realeza de Cristo es dogma fundamental de la Iglesia y a la par canon supremo de la vida cristiana.
Esta realeza, consustancial con el cristianismo, es objeto de una fiesta inserta solemnemente en la Sagrada Liturgia por el papa Pío XI a través de la bula Quas primas del 11 de diciembre de 1925. Era como el broche de oro que cerraba los actos oficiales de aquel Año Santo.
La idea primordial de la bula podría formularse de esta guisa. Cristo, aun como hombre, participa de la realeza de Dios por doble manera: por derecho natural y por derecho adquirido. Por derecho natural, ante todo, a causa de su personalidad divina; por derecho adquirido a causa de la redención del género humano por ÉI realizada.
Si algún día juzgase oportuno la Iglesia —decía un teólogo español en el Congreso Mariano de Zaragoza de 1940— proclamar en forma solemne y oficial la realeza de María, podría casi transcribir a la letra, en su justa medida y proporción, claro está, los principales argumentos de aquella bula.
Y así ha sido. El 11 de octubre de 1954 publicó Pío XII la encíclica Ad Coeli Reginam. Resulta una verdadera tesis doctoral acerca de la realeza de la Madre de Dios. En ella, luego de explanar ampliamente las altas razones teológicas que justifican aquella prerrogativa mariana, instituye una fiesta litúrgica en honor de la realeza de María para el 31 de mayo. Era también como el broche de oro que cerraba las memorables jornadas del Año Santo Concepcionista.
El paralelismo entre ambos documentos pontificios, y aun entre las dos festividades litúrgicas, salta a la vista.
La realeza de Cristo es consustancial, escribíamos antes, con el cristianismo; la de María también. La realeza de Cristo ha sido fijada para siempre en el bronce de las Sagradas Escrituras y de la tradición patrística; la de María lo mismo.
La realeza de Cristo, lo insinuábamos al principio, descansa sobre dos hechos fundamentales: la unión hipostática —así la llaman los teólogos y no acierta uno a desprenderse de esta nomenclatura— y la redención; la de María, por parecida manera, estriba sobre el misterio de su Maternidad Divina y el de Corredención.
Ni podría suceder de otra manera. Los títulos y grandezas de nuestra Señora son todos reflejos, en cuanto que, arrancando frontalmente del Hijo, reverberan en la Madre, y la realeza no había de ser excepción. La Virgen, escribe el óptimo doctor mariano San Alfonso de Ligorio, es Reina por su Hijo, con su Hijo y como su Hijo. Es patente que se trata de una semejanza, no de una identidad absoluta.
"El fundamento principal —decía Pío XII—, documentado por la Tradición y la Sagrada Liturgia, en que se apoya la realeza de María es, indudablemente, su Divina Maternidad. Y así aparecen entrelazadas la realeza del Hijo y la de la Madre en la Sagrada Escritura y en la tradición viva de la Iglesia. El evangelio de la Maternidad Divina es el evangelio de su realeza, como lo reconoce expresamente el Papa; y el mensaje del arcángel es mensaje de un Hijo Rey y de una Madre Reina.
Entre Jesús y María se da una relación estrechísima e indisoluble —de tal la califican Pío IX y Pío XII—, no sólo de sangre o de orden puramente natural, sino de raigambre y alcance sobrenatural trascendente. Esta vinculación estrechísima e indisoluble, de rango no sólo pasivo, sino activo y operante, la constituye a la Virgen particionera de la realeza de Jesucristo. Que no fue María una mujer que llegó a ser Reina. No. Nació Reina. Su realeza y su existencia se compenetran. Nunca, fuera de Jesús, tuvo el verbo "ser" un alcance tan verdadero y sustantivo. Su realeza, al igual que su Maternidad, no es en Ella un accidente o modalidad cronológica. Más bien fue toda su razón de ser. Predestinóla el cielo, desde los albores de la eternidad, para ser Reina y Madre de Misericordia.
Toda realeza como toda paternidad viene de Dios, Rey inmortal de los siglos. Pero un día quiso Dios hacerse carne en el seno de una mujer, entre todas las mujeres bendita, para así asociarla entrañablemente a su gran hazaña redentora. Y este doble hecho comunica a la Virgen Madre una dignidad, alteza y misión evidentemente reales.
Saliendo al paso de una objeción que podría hacerse fácilmente al precedente raciocinio, escribe nuestro Cristóbal Vega que, si la dignidad y el poder consular o presidencial resulta intransferible, ello se debe a su peculiar naturaleza o modo de ser, por venir como viene conferido por elección popular. Pero la realeza de Cristo no se cimenta en el sufragio veleidoso del pueblo, sino en la roca viva de su propia personalidad.
Y, por consecuencia legítima, la de su Madre tampoco es una realeza sobrevenida o episódica, sino natural, contemporánea y consustancial con su maternidad divina y función corredentora. Con atuendo real, vestida del sol, calzada de la luna y coronada de doce estrellas viola San Juan en el capítulo 12 del Apocalipsis, asociada a su Hijo en la lucha y en la victoria sobre la serpiente, según que ya se había profetizado en el Génesis.
Y esta realeza es cantada por los Santos Padres y la Sagrada Liturgia en himnos inspiradísimos que repiten en todos los tonos el "Salve, Regina".
Hable por todos nuestro San Ildefonso, el capellán de la Virgen, cantor incomparable de la realeza de María, que, anticipándose a Grignon de Monfort y al español Bartolomé de los Ríos, agota los apelativos reales de la lengua del Lacio: Señora mía, Dueña mía, Señora entre las esclavas, Reina entre las hermanas, Dominadora mía y Emperatriz.
Realeza celebrada en octavas reales, sonoras como sartal de perlas orientales y perfectas como las premisas de un silogismo coruscante, por el capellán de la catedral primada don José de Valdivielso, cuando, dirigiéndose a la Virgen del Sagrario, le dice:
lunes, 15 de agosto de 2011

Ella es nuestra Madre del Cielo y está dispuesta a ayudarnos en todo lo que le pidamos.