Fue un viernes santo distinto… diferente a los anteriores ya que el recorrido escogido fue de apenas tres calles San Bartolomé, maestro Agustín Santos y Sevilla para volver al templo. Suficiente para contentar al pueblo y quitar el mal sabor de boca de los cercanos a la hermandad. Apenas dos horas y media de recorrido, con momentos especiales como el paso por la calle San Bartolomé por la cual nunca había transitado esta procesión. Entre los estrenos se vio terminado el respiradero derecho del palio así como los borlones de la maniguetas, luciendo Maria Santisima de los Dolores en su pecho una medalla al merito de la constancia en el servicio donada por D. José Antonio García. Las novedades en el paso del nazareno fueron cuatro cartelas de los respiraderos laterales, sin duda alguna un viernes santo a recordar por todos los rocianeros ya que Nuestro padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores desafiaron a la lluvia y desfilaron por calles que mas que nunca añoraron su llegada en esta tardía y lluviosa semana santa.
Con la entrada del palio se cerraba a los sones de encarnación coronada la semana de pasión rocianera… y tras tu palio señora se escucharan ese ruido a campanitas y flores de talco que te alegraran el alma tras tu dolor, la cruz vencedora y triunfante…
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