domingo, 20 de noviembre de 2011

Santoral Cofrade, VIII: Cristo Rey del Universo.




" Por eso Dios lo engrandeció y le concedió el Nombre que está sobre todo nombre, para que, ante el nombre de Jesús, todos se arrodillen, en los cielos, en la tierra y entre los muertos. Y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para Gloria de Dios Padre." Fil. 2, 9 -11

La fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 por el papa Pío XI, que la fijó en el domingo anterior a la solemnidad de todos los santos. La Iglesia, ciertamente, no había esperado dicha fecha para celebrar el soberano señorío de Cristo: Epifanía, Pascua, Ascensión, son también fiestas de Cristo Rey. Si Pío XI estableció esa fiesta, fue como él mismo dijo explícitamente en la encíclica Quas primas, con una finalidad de pedagogía espiritual. Ante los avances del ateísmo y de la secularización de la sociedad quería afirmar la soberana autoridad de Cristo sobre los hombres y las instituciones. Ciertos textos del oficio dejan entrever un último sueño de cristiandad.

En 1970 se quiso destacar más el carácter cósmico y escatológico del reinado de Cristo. La fiesta se convirtió en la de Cristo "Rey del Universo" y se fijó en el último domingo per annum. Con ella apunta ya el tiempo de adviento en la perspectiva de la venida gloriosa del Señor. El año litúrgico llega a su fin. Desde que lo comenzamos, hemos ido recorriendo el círculo que describe la celebración de los diversos misterios que componen el único misterio de Cristo: desde el anuncio de su venida (Adviento), hasta su muerte y resurrección (Ciclo Pascual), pasando por su nacimiento (Navidad), presentación al mundo (Epifanía) y la cadencia semanal del domingo. Con cada uno de ellos, hemos ido construyendo un arco, al que hoy ponemos la piedra angular. Este es el sentido profundo de la solemnidad de Cristo – Rey del Universo, es decir, de Cristo – Glorioso que es el centro de la creación, de la historia y del mundo. “Todos perciben en sus almas una alegría inmensa, al considerar la santa Humanidad de Nuestro Señor: un Rey con corazón de carne, como el nuestro; que es autor del universo y de cada una de las criaturas, y que no se impone dominando: mendiga un poco de amor, mostrándonos, en silencio, sus manos llagadas”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer). La Iglesia anuncia hoy alborozada que “el Cordero degollado”, al entregar su vida “en el altar de la Cruz”, reconquistó con su sangre preciosa toda la creación y se la entregó a su Padre, aunque sólo al final de los tiempos esa “entrega” será plena y definitiva. Al anunciar y celebrar hoy el triunfo de Cristo, nos llenamos de alegría y esperanza, sabiendo que Él nos llevará a su reino eterno, si ahora damos de comer al hambriento, y de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y enterrar a los muertos (Evangelio.) “Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14,9). Él se ofreció en la cruz, como hostia inmaculada pacífica para que todos loshombres se sujetasen a su dominio. Y así poder entregar al Padre ese Reino eterno y universal formado con las almas que con Él y en Él se salvan siempre. Reino de verdad y de vida, Reino de Santidad y gracia, Reino de justicia, amor y paz.


No hay comentarios: