viernes, 24 de diciembre de 2010

Mensaje de Navidad del Sr. Obispo.



LUZ EN LA NOCHE

Mis queridos hermanos y hermanas:Muchas veces, cuando visito vuestras parroquias oigo esta expresión: “La Navidadme pone triste”. Lo repiten especialmente las personas que se sienten solas, las que recuerdancon añoranza a los que ya no están entre nosotros, las que sufren por la enfermedad propia ola de personas queridas. ¿Cómo dirigir mi mensaje de Navidad a estos corazones?En estos últimos meses me encuentro también frecuentemente con personas afectadaspor el paro, hombres y mujeres que buscan ansiosamente un trabajo para hacer frente a losgastos de sus familias.
Esta situación persiste, agobiando también a las personas que trabajanpara remediar estas necesidades porque se sienten desbordadas. ¿Cómo dar una palabra dealiento y esperanza en estos días navideños?Desde mi misión de obispo y pastor de la Diócesis, siento en el corazón estossufrimientos de tantos hermanos y, al mismo tiempo, mi servicio pastoral me empuja aofrecer, desde la fe, un mensaje de alegría y esperanza: La Navidad significa que el Hijo deDios, hecho hombre, ha entrado en nuestro mundo; se ha acercado a nosotros para ser Luz enmedio de nuestra noche. “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande”, afirma elprofeta Isaías en la primera lectura de la Misa de Medianoche.
Sí, esta es la Buena Noticia de la Navidad. El Niño Dios es nuestra Luz. Su presencia entre nosotros nos abre nuevoshorizontes y despierta en nosotros todas nuestras posibilidades de hacer el bien,capacitándonos para transformar nuestra realidad.Cuando la luz y el amor de Dios tocan el corazón humano lo hace capaz de realizar loque parece imposible. Pensemos, por ejemplo, en la Madre Teresa de Calcuta. En aquellaciudad en la que se vio rodeada de tanta miseria, ella, pequeña y frágil, provocó una corrientede amor y entrega servicial a los pobres más pobres, que se difundió por todo el mundo,haciendo que miles de personas se sintieran reconocidas en su dignidad y atendidas en susdramáticas necesidades.
Es Navidad, queridos hermanos y hermanas, y la presencia del “Dios-con-nosotros”introduce en nuestros corazones la dinámica transformadora del amor, que se inicia cuandouna persona se siente amada incondicionalmente por Dios. Esta experiencia le lleva acompartir ese amor con todos aquellos que encuentra en el camino de su vida.Si dejamos entrar a Dios en nuestra vida -aún en medio de las situaciones másdolorosas- brillará sin duda en nuestro corazón un rayo de esperanza: en medio de la nochelos pastores de Belén acogieron esa Buena Noticia: “os ha nacido un Salvador” y la luz deDios los envolvió. Ellos fueron corriendo a ver lo que se les había anunciado y se llenaron dealegría.Acoged, pues, queridos hermanos y hermanas, esta Buena Noticia: Cristo ha nacidopara nosotros. Él es la fuente de nuestra alegría.- Acudid, contentos, a contemplarlo y adorarlo en la celebración de la Eucaristía, puesCristo nace cada día en el altar para darnos vida; escondido en el humilde pan podemosencontrar a Aquel que María envolvió en pañales y recostó en un pesebre.- Acudid, presurosos, a estar junto a aquellas personas que se sienten solas. Dadlesgenerosamente vuestro tiempo.
En estos días no penséis sólo en pasarlo bien sino en hacer elbien. Ahí encontraréis la auténtica alegría.- Acudid, diligentes, a compartir con los que no tienen; y, si vuestra formación,vuestra profesión o vuestra situación económica lo permiten, arriesgad creando puestos detrabajo.Lo que os digo a todos me lo digo a mí mismo. Porque, junto a vosotros, quiero viviresta Navidad acercando la Luz de Cristo a todos los hogares y a todos los corazones.

¡Feliz Navidad a todos!


+ José Vilaplana Blasco
Obispo de Huelva

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